La salud mental se define como un estado de bienestar, donde las personas son capaces de sobrellevar el estrés del día a día y de realizar sus actividades de manera productiva. En otras palabras, la salud mental es la base del bienestar y funcionamiento de la sociedad (OMS, 2018).
Actualmente en México la posibilidad de adquirir un servicio de salud mental es casi nula, ya que obtener atención es un lujo por su costo, esto aunado a que en México, sólo el 2% del presupuesto federal destinado a salud se dedica a las enfermedades mentales, dando como resultado que el 85 % de las pacientes con algún padecimiento mental no recibe atención, y quienes llegan a recibirla tardan desde siete hasta 30 años en obtener algún tratamiento (UAM, 2018). Por lo tanto es pertinente la creación de herramientas que ayuden a mejorar estas estadísticas.
Haciendo referencia a datos estadísticos acerca de la atención mental más del 75% de las personas con trastornos mentales que habitan en países de ingresos bajos y medios, no reciben ningún tratamiento para su afección (OMS, 2020).
En lo que respecta la atención de salud mental en México alrededor del 50% de las personas mayores de 7 años han presentado sentimientos de preocupación o nerviosismo; de los cuales, tan solo el 5% detalló contar con algún tratamiento para ello. También, aproximadamente el 30% de los mexicanos han manifestado sentimientos de depresión y sólo el 5% ha tenido acceso a una terapia antidepresiva farmacológica (INEGI, 2017). Además, derivado a la actual pandemia dentro de la industria farmacéutica se han duplicado las ventas de medicamentos contra la ansiedad y depresión (CAMHAJI, 2021).
En México se estima que el 25% de los mexicanos de entre 18 y 65 años que corresponden a 14,668,033 habitantes han padecido en su vida algún problema relacionado con la salud mental, pero solo el 20% que corresponde al cerca de 586,722 habitantes ha recibido un tratamiento para atender su trastorno (INEGI, 2021).